
Luis Fernando Iribarren volvió a la casona de su tía abuela,en la calle Cámpora al 1700 de la ciudad bonaerense de San Andrés de Giles, y esta vez no lo dudó: tomó una almohada de su habitación e intentó asfixiar a Alcira, que dormía plácidamente en su cama. El procedimiento no le dio el resultado esperado o probablemente su paciencia no fue la necesaria para semejante acción. Así que salió de la habitación de su tía abuela, que tenía en ese momento 63 años, y buscó una vieja hacha que guardaba con recelo, regresó y se la incrustó dos veces en el cráneo.
Varios días después, los vecinos llamaron a la policía porque habían percibido olores nauseabundos que provenían de la casa de Alcira quien, según su sobrino Luis Fernando, había fallecido debido a un cáncer. Los agentes de la comisaría de Giles llegaron cuando Iribarren preparaba todo para enterrar los restos en el fondo de la casa.
El asesinato que conmovió a San Andrés de Giles ocurrió en 1995 y fue apenas la punta del ovillo del horror. Cuando la policía interrogó a Iribarren, el hombre aseguró con convicción haber matado a Alcira para «ayudarla a terminar con su sufrimiento», pero titubeó en más de una oportunidad cuando le preguntaron por el paradero de sus padres y hermanos. Finalmente, Iribarren confesó: había matado a sus padres (Marta y Juan, de 42 y 49 años) y a sus dos hermanos (María Cecilia y Marcelo, de 9 y 15 años), casi una década atrás, en 1986, y enterrado sus cuerpos en una fosa común, a metros del chiquero de la casa de la familia en un campo del paraje Tuyutí.

Calaveras y diablitos
«Olor a almizcle, el joven lame el cristo de la calavera. Sueño malo, ojos verdes, masacre de San Andrés de Giles», canta en plan trash-metal Flavio Cianciarulo, dos años después, en el tema » El carnicero de Giles – Sueño «, del disruptivo álbum Fabulosos Calavera, de Los Fabulosos Cadillacs.
En cuanto a la lírica, habrá que decir que siempre fui muy lector y en aquellas épocas estaba obsesionado por los asesinos en serieFlavio Cianciarulo
«Estaba leyendo la historia del ‘Petiso orejudo, serial killer argento, y por esos días aparece una reseña policial en un periódico que habla de un caso de un muchacho que mata a toda su familia en la localidad bonaerense de San Andrés de Giles. La letra no se ciñe a eso exactamente, no narra el episodio, sino que es una versión más abstracta. Hay algo de oscuro, beáto y satánico a la vez: «La santa se soñó con llagas, lejos de la carne, torturada lloró su visión premonitoria». Me acuerdo que Crónica tituló «El carnicero de Giles» y yo lo relacioné enseguida con lo de Barreda, el dentista de La Plata que también había asesinado a su esposa e hijas. Me pareció un personaje increíble para una canción».
Iribarren tenía 30 años cuando la policía lo detuvo y luego de varios interrogatorios finalmente confesó todos sus asesinatos. Su relato fue escalofriante. «Salí a la puerta a fumar y pensar como hasta las tres de la madrugada», contó sobre el día en que mató a sus padres y sus hermanos.

En 2002, luego de varios años de un proceso que incluyó estudios psiquiátricos para determinar si era imputable, Iribarren comenzó a ser juzgado en Mercedes por la Sala III de la Cámara de Apelaciones. Ocho de los diez profesionales psiquiatras y psicólogos que declararon en el juicio arribaron a la conclusión de que Iribarren era consciente de lo que hacía y los jueces lo condenaron a «reclusión perpetua más accesoria por tiempo indeterminado».
«Carnicero» ocupa el tercer track del álbum con el que, en cierto punto, los Cadillacs se reinventaron con un sonido más crudo, apoyados por el ingreso del guitarrista Ariel Minimal.