
Dejar de ser parte del proceso y quedar encerrado y en el medio de un laberinto en el que no hay acuerdo ni debates superadores sólo traerá mayores complicaciones a los educandos, sobre quienes más atención habría que prestar.
Por eso, es menester de las autoridades sentarse a debatir seriamente y también convocar a los especialistas en salud mental para analizar mejor y determinar, de una vez por todas, cuándo, quiénes y cómo podrían retornar a clases.
Desde que se supo que la pandemia llegaba al país, el tema educativo se ha convertido en una deuda pendiente, donde se extienden los plazos de toma de decisiones y se busca mirar para otro lado, descalificando opciones que ya se ven en todo el mundo.