
La protesta chilena ya ha cobrado más de 15 vidas, personas que se vieron atrapadas en incendios, atentados y saqueos organizados. ¿Tienen acaso alguna justificación o es causa de un descontento manipulado por el Foro de Sao Paulo?
Muchos dicen que aumentó la desigualdad pero no es cierto, el índice Gini mejoró levemente aunque luego se estancó, fundamentalmente cuando la economía moderó su crecimiento, por las medidas socialistas de la presidente Bachelet. Es decir, que todos los sectores progresaron y los más pobres progresaron un poco más rápido durante varias décadas. Es cierto que Chile tiene el peor índice Gini del OCDE, pero ese índice representa la foto de un país, no es la evolución personal de las familias. Muchos se olvidan de mencionar que precisamente Chile tiene el mejor índice de movilidad social del OCDE. Según un informe del propio organismo de junio de 2018, Chile encabeza la lista de países con la mayor probabilidad de que un hijo llegue más lejos que su padre.
Si observamos los indicadores de servicios como la Educación, veremos que Chile tiene los mejores resultados de los test de PISA de Latinoamérica, y también tiene el mayor porcentaje de alumnos que terminan la escuela secundaria, superando el 80% vs. el 48% en Argentina. También los indicadores de salud como la mortalidad infantil y materna, o la desnutrición infantil, han logrado superar notablemente a los de la Argentina.
¿Entonces por qué el descontento y por qué la violencia, incendios y saqueos?
Son dos cuestiones diferentes. El descontento es propio de la naturaleza humana, como Ortega y Gasset explica en La rebelión de las masas, en el capítulo titulado: “La época del señorito satisfecho”. Los hijos naturalmente olvidan el esfuerzo de sus padres y se creen con cada vez más derechos olvidando también sus obligaciones. A eso se suman hechos reales, por ej., la Universidad tiene un costo que se transforma en una deuda que no a todos los alumnos le resulta sencillo devolver, sobre todo si no son buenos estudiantes.
El ejemplo de Argentina, les hace creer que la Universidad puede ser gratuita, como si no fuera un costo que se paga con los impuestos de todos (mayoritariamente de quienes no llegan a ir a la universidad). Ni siquiera en los países más avanzados como Japón o Alemania todo el mundo puede aspirar a ir a la universidad, solo los alumnos más avanzados. En cambio hay carreras terciarias y educación dual, que siendo mucho más barata tiene también una mayor retribución inmediata en trabajos más abundantes.
Existe otro motivo real para el descontento, que es donde los chilenos debieran enfocar su enojo, esto es el aumento de los impuestos y de las contribuciones a la jubilación que les reducen los ingresos netos. La izquierda aumenta generalmente los impuestos, pero cuando también lo hace la derecha, entonces los países tienen graves problemas. El presidente de Chile, Sebastián Piñera, realizó una reforma del sistema de pensiones en el país austral que implicó un aumento del 4 % del aporte de cada trabajador, a cargo del empleador, y un incremento del monto estatal para las pensiones solidarias. Obviamente ese incremento de los aportes a la larga reduce el salario de bolsillo. Lo hizo para hacer lugar a las demandas de la izquierda que pedía mayores jubilaciones y quería aplacar las críticas a las AFP en lugar de defender un sistema que es muy superior al de reparto, que está quebrado en todo el mundo.
Esto explicaría el descontento, pero la violencia se explica por la predica del Foro de Sao Paulo, ratificada en la reciente Declaración de Puebla donde se reunieron representantes del Socialismo del Siglo XXI y progresistas latinoamericanos (por nuestro país participó Felipe Solá y Jorge Taiana), apoyados, y tal vez dirigidos, por Cuba y Rusia. Han logrado infiltrar los sistemas públicos de educación con La pedagogía del oprimido, de Freire, cuyo objetivo explícito es que los jóvenes se sientan oprimidos por el sistema capitalista y eso produzca una emoción (e-moción), la bronca, que es necesaria para poner en movimiento la lucha de clases. La izquierda populista tiene un plan para desestabilizar las democracias republicanas en Latinoamérica, para conseguir por la violencia lo que no logra por los votos, y está bien organizada.
Fuente: www.ambito.com